jueves, 18 de abril de 2013

Muerte al paso conocido III (Impulso)


Ver parte II Aquí

Ahí estaba Ricardo...

-¿Dónde vienes?
-estoy a unrrrrrrrr cccccshhhhhhaddddddra
-No se te entiende nada - Ricardo sonaba molesto, aunque eso nunca fue novedad para sus cercanos, todos sus familiares, amigos y Natalia, quien se había cesado su carrera solo para golpear su defectuoso celular intentando mejorar la comunicación, conocían el mal genio de Richie, de hecho, Natalia creía haberse acostumbrado al clima brindado por su novio, desde el día que empezaron su relación ella tenía bien claro que el carisma de su amado no era la razón por la cual ella lo amaba; los sentimientos de ella hacia el eran casi del todo honestos, Natalia, a diferencia de Ricardo, era una persona mas recatada, mas para "Adentro" ella podía vivir con ello, era lo suficientemente fuerte como para cargar con sus problemas de la adolescencia por si sola, podía tener a sus familiares, a sus amigos, al gruñón de Richie, pero no eran necesarios a la hora de disponerse a superar sus propios problemas. Ella era fuerte.

¡Ahora!

Ahí estaba Ricardo, al otro lado de la linea y Naty continuó golpeando el teléfono suavemente, al ponerlo en su oreja nuevamente volvió a repetir la frase, esta vez si se pudo oír al otro lado-
-¡Estoy a una cuadra!
-Apúrate, que no tengo para todo el día.
Natalia no respondió.
-Te amo -continuó Richie resignado, el cortó la llamada
Naty caminó la cuadra restante para llegar al lugar de la cita acordada el día anterior. Ella se había vestido con las ropas que mas enloquecían a su novio, un chaleco delgado y de mangas largas (mas que largas, de hecho cubrían sus manos completas y sobraban cinco centímetros, los cuales caían suavemente cada vez que ella levantaba las manos. También vestía unos jeans oscuros ideales para resaltar las nalgas, esto obviamente enloquecía a Ricardo, era una mezcla de excitación con celos, tenía muy en cuenta que la belleza de Natalia era algo que si o si debería acostumbrarse a compartir, con los demás, cosa al principio le costó tanto. Su novia era el ser mas sociable que jamás antes había conocido, se relacionaba por igual con un sin fin de hombres y mujeres, tenia un espíritu líder, libre... lindo. Si bien le costó aceptar que ella no iba a cambiar su esencia por un hombre al final terminó por enamorarse aun mas de su amada. De hecho, su neuroticismo rara vez jugaba en contra de la relación, solo años mas tarde aceptaría la perdición, si tan solo hubiera cruzado la calle antes de que...

Si lo haces ahora, nadie podrá detenerte.

Ahí estaba Ricardo, al otro lado de la avenida, si Natalia se hubiera apurado un poco mas hubiera podido atravesar en verde, jamás se pregunto por qué el idiota de su novio no cruzo al verla, aunque seguramente se hubiera hecho esa pregunta si hubiera sobrevivido aquella tarde, como también, de haber estado viva al día siguiente hubiera dicho que alguien la había empujado, claro está, jamás hubiera sacado a luz aquel impulso, ese impulso...

Ahí estaba Ricardo, al otro lado de la avenida, la mente de Ricardo estaba adormecida, podía sentir una hermosa conexión al otro lado de la calle en los ojos de su novia, estaba tan desinhibido del presente que no fue capaz de notar la mirada difusa de Natalia, allí estaba el poseído por una mirada, admirando la confusión de su pareja.

"Ahí está Ricardo, el amor de tu vida" susurraba una voz en la mente de Natalia, una voz que en pocos segundos logró transmitir un mensaje mucho mas fuerte, el mensaje aludía a su actual condición, ¿Bisexual? No veo por que sentirme mal por ello, mi sexualidad no afecta a mi persona. ¿Extrovertida? ¡Por favor! Su mente le jugaba sucio, reflejándole cada falencia, cada defecto.

Ahí estaba Ricardo, ignorando el episodio que su amada vivía en ese momento, ignorando también de que no era la primera vez que ella tenía tales momentos. Ignorando también lo que vendría para ambos. ¿Se preguntó Natalia alguna vez si su impulso iría a causar algún problema a la conciencia de carácter permanente a su novio? Claro que si.

Porque ahí estaba Ricardo, por ende la voz que acosaba a Natalia también le recordaba de la "hermosa" repercusión de Richie en la vida de ésta. ¿Te sientes libre? porque yo veo eslabones atados a tu pseudo-liberal corazón, cada eslabón tiene una letra y juntas deletrean su nombre, su nombre, tu prisión está vacía. Su mente continuaba grisácea, ¿Había estado fumando marihuana? No lo creo. ¿Había estado sentimental? Tampoco, su regla del mes ya había bajado hace varias semanas, y aunque la tuviera encima no hubiera sido lo necesario para crear semejante caos mental. Durante un instante pudo verse, pudo verse de una manera que nunca antes se había visto, se vio débil, se vio desagradable, se vio pesada, se vio antipática, se vio como su peor enemiga la hubiera visto, se volvió a ver y se preguntó si los demás también la veían así. Si hubiera estado ante un espejo, en su casa o en la de Ricardo, se habría quedado pegada durante varios minutos, para luego tenderse a llorar en los brazos de su amado, hubiera llorado tanto y Ricardo no entendería ningún carajo, sólo se limitaría a abrazarla y susurrarle dulcemente en el oido "Estoy contigo, nunca te voy a dejar" o quizá "Es mejor cuando lloras en mis brazos, porque conmigo encontrarás consuelo... no llores sola"

Pero se sentía sola, vacía.

¡Ayúdame!

Ahí estaba Ricardo, y Natalia imaginó lo que el vería en ese momento, sonrió, la luz del semáforo había cambiado recién a rojo, el tráfico avanzaba de manera bidireccional y el pie izquierdo de Natalía dio un paso adelante.

Ahí estaba Ricardo, su trance de amor y bellos sentimientos se convirtió en una parálisis terrorífica, observando con impotencia como el pie derecho de su amada igualaba al izquierdo, seguido del izquierdo adelantándose a su derecho generando pasos mortales frente a la avenida que traía consigo un sin fin de vehículos acelerando por sobre los ochenta kilómetros por hora, por fortuna de Natalia y por desgracia de Ricardo, un hermoso camión Isuzu modelo 2003 se dirigía directamente hacia esa mujer, de cuerpo perfecto, con un chaleco color carmesí, pantalones oscuros, cabello...

-Yo no

El camión impacto brutalmente el cuerpo de Natalia, quién de un instante a otro dejo de existir, y ahí estaba Ricardo, contemplando una escena que su mente reproduciría de manera involuntaria hasta el día de su muerte, mas adelante su mente lo sorprendería con la cantidad de detalles que pudo copiar en su memoria de manera idéntica a los hechos: Su novia había dado media vuelta frente al camión, el parachoques delantero impactó justo en sus rodillas, destruyéndolas y generando un efecto de látigo e impulsando la cabeza de la suicida contra el vehículo  el conductor se llevó la peor parte. vio como el rostro de Natalia se estrello directamente contra el parabrisas, fusionándose con éste al precio de desfigurar cada facción de su cara, su frente se convirtió en un mar de sangre y sesos que quedarían pegados en las trizas del vidrio, su nariz se había esfumado al igual que su vida, todo lo que relata el autor ocurrió en milésimas de segundo, posteriormente el cuerpo (Ahora sólo era un cuerpo) salió proyectado varios metros, golpeó con la parte posterior de un Toyota Yaris, destruyendo la mayoría de sus huesos, manchando la patente con sangre y restos encefálicos, si la boca de la mujer no hubiera quedado destrozada junto con los dientes, habría mostrado llanto, pena, arrepentimiento, si la conciencia de Natalia viviera en alguna parte, si el alma es un concepto real, la de ella nunca descansará en paz.

Ahí estaba Ricardo, de repente la parálisis se volvía mas y mas potente, sus manos empezaron a tiritar, por un momento creyó que iba a caer de rodillas... a decir verdad no creyó nada, estaba catatónico viendo los restos de su amada repartidos por la acera, algunos pegados en los vehículos involucrados en su muerte, aunque si hablamos de involucrados, mucha gente corrió desesperada. ¿Cómo era posible que un impacto tan 'suave' pudiera causarle tanto daño a una persona? Preguntas que daban a entender lo frágil de la victima surgieron a los minutos después, nadie se fijó en el pobre hombre que veía caer toda su cordura ante semejante espectáculo, el hombre que le había hecho el amor unos días antes, el que le había jurado amor eterno yacía con el raciocinio neutralizado, incapaz de moverse, no dijo una palabra, no derramó una sola lagrima, pero mierda, hubiera lamido los restos del rostro su amada esparcidos en el piso con tal de poder llorar en ese momento. Más no pudo hacer ni uno no lo otro. Sólo contemplar los llantos, vómitos y gritos  de la gente que tuvo la mala suerte añadir ese momento a sus traumas (o a sus kárdex mentales del morbo) el, si hubiera podido sentir algo, hubiera sido envidia. Mas tarde fue llevado a urgencias, mientras su amada ocupaba temporalmente un espacio en la morgue, la que según su visión (antes de caer catatónico), y la versión de todos los testigos, había cruzado la calle imprudentemente.

Él, postrado en una silla por el resto de sus días, que no fueron muchos obviamente.
Ella, bajo tierra, los gusanos se encargarían de eliminar las repugnantes cicatrices de su rostro y cuerpo para dejar huesos repartidos de manera grotesca y amorfa hasta convertirla en polvo. Todo gracias a su impulso suicida. Bonito ¿no?

-Ahí estaba Ricardo, ahora no es mas que un cuerpo sin vida, a pesar de haber terminado en lugares distintos, su difunta amada se lo había llevado consigo.

Por Milton Jara S.


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