Capítulo 2: La Cáscara
Caí victima de mi propio instinto, por
primera vez me deje llevar ciegamente por mis emociones, y bueno, realmente me
jugaron en contra. Acostado nuevamente en mi cama, luego de haber salido para
nada me puse a pensar, en la chica de mis sueños (o pesadillas… a esta altura
no sabría definir) llegué a la deducción de que si esta mujer existiera (cosa
que dudo) probablemente, y contradictoriamente, me habría atraído, y hasta
gustado, a pesar de que por ser un ser irreal, no tiene una personalidad, sin
embargo hay algo en lo físico, en una mirada tan bella que nunca creí que mi
mente interpretaría tanta hermosura en una fantasía. Me deja con el consuelo de
que por lo menos la mujer perfecta para mi al menos existe en mis sueños.
Una mujer no es algo que necesite en este
momento, ni menos una relación amorosa, llegué a darme cuenta de que hay cosas
mas importantes que esto, si tuviera que buscar a algún responsable de mi
célibe vida, probablemente culparía a mi curso, sin embargo sigo pensando que
de no haber llegado a este, igualmente habría adaptado este pensamiento.
A principios de este año, remontándome a los
primeros días del mes de marzo. Yacía acostado en mi amada cama, mirando la TV y riéndome de todos los
jóvenes que habían iniciado su año escolar. Había tenido un pésimo segundo
medio, al borde de la repitencia, ya no recuerdo el nombre de aquel liceo de
Gran Avenida en el cual estudié dos años seguidos, lo que si logro recordar, es
la fría conversación que tuve con mi profesor a finales del año pasado.
-¿Qué Piensas hacer con tu vida?, Paulo –es
la pregunta con la cual mi profesor jefe inicia su interrogatorio.
-No lo sé. –Recuerdo haberle respondido con
la mirada perdida.
-Con tus notas no vas a llegar a ninguna
parte –continua- debes preocuparte por tu futuro.
-Futuro… no lo sé –le contesto desviando la
mirada.
-De no haberte ayudado, habrías repetido
este año, ¿Qué fue lo que te paso? -dijo haciendo el intento de sacarme alguna
respuesta, aunque fuese una mentira.
-¡No lo se!, profe –rompo finalmente con mi
silencio- ¡tanto mis notas como mi conducta se fueron a la mierda sin
explicación!
-¡Es una lástima!, Pablo, tu tienes bien
claro que eres inteligente, eso todos lo sabemos, pero tu disposición para
hacer las cosas son realmente malas.
-Me siento vacío –susurré tan despacio que
mi profesor no pudo oirme.
-De seguro que te pusiste así por alguna
mina, huevón –continuó, había la suficiente confianza entre el profe y yo para
haber un trato más informal, dándole mayor calidez al diálogo.
-Si…
-¿Sabes lo que eso significa? –me pregunta.
-Supongo que debo irme del liceo –le
respondo.
-Al menos estás conciente de tus actos –me
dice mientras se levanta de su silla- anda a la dirección a pedir tus papeles,
se habló tu caso con la directora y tus otros profesores, estás promovido a
tercero medio, sin embargo tu matrícula fue rechazada.
-Muchas gracias, profesor –le digo sin
fingir una sonrisa, yo ya había asumido mi repitencia y de verdad fueron muy
buenas noticias para mi.
-Esto tiene que quedar entre tu y yo, nadie
puede saber que te regalé notas así de fáciles –me dice molesto.
-Y no olvide también que modificó las notas
de matemática sin que se enterara la profesora –le digo mientras saco una risa
cómplice.
-No vuelvas a mencionarlo –me borra la
sonrisa de la cara- sigo sin saber como no se dio cuenta.
Llámenme “lamebotas” o “chupamedias, me da
igual, de esa forma salvé mi segundo medio, el año mas terrible de mi vida por
el simple hecho de aburrirme de mis estudios, fue una especie de rebeldía sin
causa, una simple pendejada que me costo mas caro de lo que imaginé. Ese día, a
fines del año 2008, tuve muchos problemas con mi madre, quien no podía aceptar
mi decadencia académica, finalmente tiró la toalla y decidió dejarme sin
colegio durante el 2009, o al menos eso creía.
Yo ya había planificado el año 2009 como un
año sabático, tal como si hubiera repetido ese año, mi madre simplemente no le
dio mayor importancia hasta que se dio cuenta del hijo que iba a tener si no
hacia algo al respecto.
-Apaga la tele, Paulo –se me acercó al
sillón mostrándome un papel, era una tarde de los primeros días de marzo,
fueron unas vacaciones realmente parasitarias, pero necesarias- Te encontré un
liceo.
-¿Que? –le pregunto, con mas sorpresa que
molestía.
-Lo estuve pensando, definitivamente no te
puedes quedar sin hacer nada este año, toma –me pasa el papel.
-¿No se suponía que a estas alturas no hay
colegios con vacantes? –le pregunto inútilmente.
-Solo te quedan dos años, termínalos y luego
haz lo que quieras con tu vida –me deja sin argumentos.
-¿Es un liceo Científico-Humanista? –le
pregunto sin hacer problemas.
-No –me dice- es Técnico-Comercial, ¡a que
no adivinas cual especialidad era la única con vacantes! –Continúa fingiendo
entusiasmo.
-¿Ventas? –le pregunto luego de imaginarme
lo terrible que serían estos dos años.
-No –me anula.
-¿Contabilidad? –Le digo abatido- siempre
fui un asco para las matemáticas.
-Tampoco –me mira cruelmente, como si
estuviera esperando mi reacción al darme cuenta de lo que me esperaba.
-¿Parvulario? –Fue mi última y desquiciada
idea, al ver la cara de mi mamá logre darme cuenta que no estaba tan lejos de
la verdadera respuesta.
-Secretariado –finalmente aprieta el
gatillo- Tienes que ir mañana, estás matriculado.
Realmente no me lo podía creer, en mi
antiguo colegio, tenían esa especialidad, la cual, a parte de ser la mas inútil
de todas, eran los cursos que mas mujeres tenían (por lo general el 97% e
incluso 100% del alumnado eran mujeres) me sentí como cómo si me hubieran
lanzado a un río infestado de pirañas justo después de cortarme un brazo.
-Estás de broma, ¿no? –Le pregunto
incrédulo.
-Lo bueno es que no tienes jornada completa,
y te queda cerca, ya no mas micros para viajar –me consuela.
-Voy a morir –pensé.
Y así, luego de todo ese día deseando que se
pare el tiempo, y toda esa noche deseando dormir y no volver a despertar (No
recuerdo exactamente a que hora me logré dormir, lo único que recuerdo es que
me estaba entregando al sueño cuando ya estaba amaneciendo) Dios mío, tremenda
cosa que me espera: un curso de casi puras mujeres y probablemente uno o dos maricones
(Así me refería a los hombres que estudiaban dicha especialidad en mi liceo
anterior… maldito karma) no podía aceptarlo, en fin, fue una de las peores
noches de mi vida.
Aquella mañana me tuvieron que sacar a la
fuerza de la cama, y poco menos mi madre tuvo que vestirme, insistiendo en que
estaba atrasado.
-Pero si son las 7:20 –le digo, sabiendo lo
cerca que quedaba ese horrible liceo, famoso por su nivel de exigencia y su
prostituida excelencia académica.
-Entras a las 7:45, toma este dinero para el
desayuno, que ya no llegaste a la hora-me pasa mil pesos.
-Y peor aún, entro mas temprano de lo común
–le digo quejándome.
-Ya vete, ándate rápido y con cuidado –me
dice.
-¿Te das cuenta en lo que me metiste? –le
pregunto con una minima esperanza.
-No, adiós.
Yo no merecía esto, no había lugar mas
incomodo que mis zapatos, no sabía cuantas mujeres habrían, ¡mierda! Justo
ahora que cerré mis sentimientos vengo a meterme en un curso con esta
especialidad, ni siquiera quería un liceo, solo pedía un año libre.
Las calles por las que pasé, estaban llenas
de autos, ruidos, micros del Transantiago para todos lados, gente apurada por
llegar a la hora a sus trabajos –Pero si recien son las 7:40- pensaba. todo demasiado
animado para haber sido de mañana, pero lo que mas abundaba, eran escolares, de
esos mismos que hace un día me reía pensando que no formaría parte de ellos, y
ni siquiera conforme con eso, cumplir con una sentencia de tiempo indefinido,
en un curso deonde probablemente sea yo el único ser vivo con pene. Sin contar
al posible amiguito afeminado que me esta esperando con las nalgas calientes,
mi vida cambió de un momento para otro, súbitamente.
-Tú debes ser el chico de secretariado –me
dice el inspector.
Si bien no lucia amigable, era la única
persona que me habló en ese momento, creí haber sentido alguna especie de
confianza de su parte que fue destruida ipso facto.
-Córtate el pelo –me dice- si mañana llegas
así no dejaré entrar.
Ya no necesitaba ser paranoico, todo empezó
mal, como era el segundo día de clases ya había pasado la tan emotiva
bienvenida, este mismo inspector, luego de registrar mi atraso (Si, al final me
fui tan despacio que llegué tarde) me llevo a la sala, donde pensaba que
pasaría los últimos días de mi vida.
Mientras tocaba la puerta de esa sala, pude
divisar al curso entero, sin que este pudiera verme claramente a mi, únicamente
vi mujeres, en ese momento no sabia si estaba en el cielo y que probablemente
ahí estaban mis setenta y dos vírgenes, pero luego, en ese mismo momento me dí
cuenta, al ver a quien sería mi profesora abrirle la puerta a mi inspector en
el tipo de problema en el que me metí: ¡definitivamente hay puras mujeres acá!
No estoy muy seguro de que fue lo que me
dijo la profesora en ese momento, cuando el espacio que había entre ella y yo
era metafóricamente una muralla china, lo único que imagino que fue lo que me
dijo cuando estaba anonadado fue:
“Bienvenido
a la fabrica de chocolates, niño con diabetes”
Ahora que lo pienso, quizá imagine eso por
el lejano parecido que tenia ella con Willy Wonka.
Y así, cuando entré a la sala, sin antes
respirar hondo y encomendarme a todas las religiones y sectas conocidas, por
caballerismo, o quizá por una estúpida reacción que tuve al estar ante estas
mujeres… se que es innecesario comentar esto pero, la sala olía a mujer.
-Hola, me llamo Paulo, espero que nos
llevemos bien –fueron las palabras que dije.
-Hola, me llamo Paulo, les advierto a todas
y cada una de ustedes que entré acá en contra mi voluntad, a la primera de
ustedes que se me acerque intentando saber algo de mi puta vida, les recomiendo
que lo mejor que podrían hacer es seguir cuestionándose mi preferencia sexual o
seguir intentando adivinar el tamaño del complemento que nos diferencia entre
ustedes y yo. No me interesa conocerlas y no quiero que me conozcan, pasaré el
tiempo que sea necesario para el sistema, por favor continúen en lo suyo
pretendan que no existo, gracias de antemano- fueron las palabras que estuve a
punto (si, a punto) de decir. Pero no podía ser tan mala onda y hacerles pagar
por algo que no tenían la culpa, después de todo, era su compañero.
Luego de eso la profesora me da la
bienvenida y me dice que me siente, deseando platónicamente que esa fuera mi
único momento en el cual hubo contacto alguno con mis compañeras, con mi curso.
-¿Eres virgen? –fue una de las tantas
preguntas que me hicieron sentir arrepentido de no haberles hecho mi pesada
presentación, agradezco no haber sido un tipo tímido, porque de lo contrario no
sabría donde meterme. “¿Cuál es tu apellido?” “¿Eres heterosexual?” “¿Porqué
elegiste secretariado?” “¿No te da cosita estar entre puras mujeres?” Las
preguntas no tenían final, era como estar amarrado a una mesa de metal al rojo
mientras te disparan con una metralleta en los genitales con balas recubiertas
de sal.
Fue chocante, verse rodeado de lindas
mujeres que tienen toda tu atención, me habría gustado haberme fijado en
alguna, pero no me sentía capaz, de todas, la única que me llamó la atención
fue aquella chiquilla de cabello largo que miraba a la ventana mientras
escuchaba música, ella fue la única que no tuvo reacción alguna cuando me vio
entrar y sentarme a mi puesto, ella tenia algo especial que llamó mi atención.
De está forma, actuando como su ella fuera
la compañera nueva, y yo, como si fuera el chico preguntón que quiere hacer un
amigo, esperé a que tocaran el timbre para recreo (el cual no sabia a que hora tocaban, por ser
mi primer día) luego de pasar las horas de clases y observarla a ella, que no
dejaba de mirar la ventana, incluso cuando tenia que hacer las actividades que
ordenaba la profesora, hacia una pausa para observar las calles que se podían
ver desde el segundo piso de la sala a través de aquel cristal, no me pude
resistir, ella se convirtió en la única razón en la cual me levanté de mi
puesto en todo ese día.
-Hola –Me le acerco amigablemente, tenía que
conocer a esa mujer.
-¡Hola! –Me responde amablemente, cosa que
no esperaba.
-Tu debes ser la chica nueva –Le dije
sarcásticamente, imitando la forma en que actuaron las demás compañeras, no
sabía porque me comporté con tanta confianza, sin embargo ella lo recibió
amablemente.
-¡Pero que tonteras dices! –me dice luego de
reírse.
-¿Cómo te llamas? –le pregunto curioso.
-Valentina –me responde- algo me dice que
nos llevaremos muy bien, Paulo.
De esta forma fue como conocí a Valentina,
no demoró casi nada en convertirse en alguien muy importante para mí. Desde
aquel momento en que con su simple presencia fue capaz de hacerme desechar mi
primera impresión del curso, verdaderamente tuvo una linda influencia en mí.
El día que me fui a acostar, recordando mi
pasado, y mi sueño de la chica que me pide ayuda, me pongo a pensar, en lo
débil que puede llegar a ser mi voluntad, y tengo que reforzarla, ya que, si mi voluntad
es frágil, a la hora que me decida a reabrir mis sentimientos, vuelva a ocurrir
todo con la misma debilidad y falta de seriedad. Ese día se paso rápido, y me
siento aliviado de no haber tenido el sueño con esta mujer.
-(…) Y por eso no te pude acompañar al
paradero ayer- fue la frase con la que finalicé de contarle a Valentina, mis
motivos que me tenían apurado el día anterior.
-¿Lo ves? –Me dice- Te dije que tenías algo
paranoico con tus sueños.
-Creo que tienes toda la razón –le digo
asintiendo con la cabeza- ¿Qué crees que pueda hacer? –Le pregunto.
-Mátate –me dice riendo.
-Eres la mujer mas “huevona” de esta sala
–le grito, aprovechando que la profesora aun no llegaba a clases.
-Entonces ve a buscarla po’ –me dice
tajantemente.
-Tu sabes que yo no voy a buscar ni estar
con nadie, durante mucho tiempo- le digo resaltando el “mucho”.
-¿Por lo que me dijiste hace un tiempo
atrás? –me pregunta.
-Exacto –le digo mientras me recuesto en el
banco de mi mesa- avísame cuando llegue la Wonka –le digo refiriéndome a mi profesora.
-Duerme tranquilo, que sueñes con ángeles
psicópatas que te piden amor y ayuda –me dice mientras saca sus tonteras para
maquillarse.
No tarde mucho casi nada en quedarme
dormido, a pesar de haber tenido una muy buena noche, había algo que me llamaba
a dormir, y hasta ahora, la única que entendía esto era Valentina.
Y como pueden ver, así de predecible son las
cosas, no tardé nada en levantarme de mi banco y observar a aquella chica, la
de mis sueños, sentada al lado mío ocupando el lugar de Valentina, sabía que
era un sueño y en este mismo intente entablar, por primera vez, en aquella sala
vacía, un dulce diálogo con ella.
-La noche pasada no viniste a verme –fue lo
único que se me ocurrió decirle para iniciar una conversación.
-Anoche ni siquiera había una estrella
dispuesta a reemplazar a la luz de la luna- me dice esas palabras que
simplemente me dejan pensativo.
Se supone que los sueños son procesos
mentales, que nunca tienen relación con cosas externas a esta, todavía no
encuentro respuesta de en que parte de mi mente estaba esa frase, lo que me
deja como única alternativa mis pasión por escribir poemas y la literatura
amateur.
-Yo no soy producto de tu imaginación
–interrumpe mi pensamiento, haciéndome suponer que leyó mi mente.
-Ah ok –le digo interesado y convencido de
lo falso que era este momento- ¿Qué te trae por acá?
-Cuéntame de aquello que tu llamas “cerrar
tus sentimientos” –me enfrenta.
Inmediatamente, me giro para quedar delante
de ella.
-¿Porqué quieres saber eso? –le pregunto.
-Curiosidad.
-Te voy a responder, pero con una condición
–le digo.
-A ver –me mira interesada.
-te
haré una pregunta, luego una tu a mi y así sucesivamente.
-Ok –me responde- pero solo te responderé
aquello que quiera decirte.
-Me parece –le digo dejándome llevar por
este extraño sueño- deja que yo empiece.
-Adelante –me dice sonriendo.
-¿Eres real?
-Claro que soy real –me responde, a pesar de
que no le creía, me conformé con esa respuesta- ¿acaso eres tonto? -me lo tomo como una pregunta más.
-Puede ser -le respondo- ahora me toca a mi.
-¡Oye no! –me dice quejándose- ¡no se vale!
-Mala suerte –me río cruelmente.
-¡Pucha oh! –exclamaba mientras veía a un
pato andando en monociclo pasando por fuera de la sala, (los sueños son
geniales).
-¿Por qué me visitaste antes, en mis
sueños?, si ni siquiera nos conocemos- le pregunto seriamente.
-Eso no te lo voy a contestar, puede que
algún día lo sepas, pero no lo vas a saber en tus sueños.
-Como digas –le digo bastante conforme a
pesar de que, si esto no hubiera sido un sueño habría actuado totalmente al
revés- pregúntame tú ahora.
-Explícame eso de los sentimientos que
tienes, por favor.
-A pesar de que esa no fue una pregunta,
creo que no pierdo nada contándote.
De esta forma le conté claramente y sin
censura mi posición en cuanto a mis sentimientos, en cuanto al amor.
Durante el año 2008, conocí a una persona
bastante especial y atractiva, a pesar de que yo tenía quince y ella unos
dieciocho, a pesar de todo, estaba con ella sin tener un real sentimiento,
todas las cosas que hice fueron con el único propósito de no hacerle daño, y de
paso, ver si podía sentir alguna atracción real.
-Te amo –era una de las frases que solía
decir ella, incluso al no poder recordar su nombre ahora.
-¡Pero Camila! –ok, me acabo de dar cuenta
que aún no olvido su nombre- ¿Cómo me dices eso así de fácil?, amar es un
sentimiento muy, muy grande.
-Y yo siento eso por ti.
Fueron palabras que ni siquiera necesitaban
un diálogo, nunca supe por qué estaba con ella, no me gustaba y tampoco era
alguien a quien necesitaba para vivir, la única razón que defiendo era el no
decepcionarla y evitar que sufriera.
-Nos estamos recién conociendo- le digo
recordando que en el mes y medio que la conocía sólo llevábamos que llevábamos
“andando”
-¿Piensas que no va a funcionar?-me pregunta
haciéndose la victima.
-Espero que funcione, linda.
Dentro de mi, quería estar con alguien a
pesar de que no sentía nada, probablemente como nunca antes había experimentado
la sensación de amar, pensaba en que talvez se demoraría en manifestarse, así
que iba a hacer todo lo posible por hacerla feliz. Eso sin sumarle lo malo que
fue aquel año para mi en el liceo.
Pasaron los meses, terminó ese año 2008
(cuyo rendimiento escolar fue malo desde que empecé a salir con ella, no la
culpo, pero le dedique tiempo) el problema, según lo que noté, el tiempo con
ella no era suficiente para enamorarme, tenia que hacer algo mas.
Ahora que lo pienso, empecé este 2009 con la
mejor disposición para hacer las cosas bien, esto era en todo sentido, por
ende, me dispuse personalmente, a llegar a enamorarme de Camila. ¿Que mierda es
andar?, ¿acaso es una fase entre el juego y el amor?, quien habrá sido el
inventor de esa mierda, “andar”, seguro fue un enfermo cuyas neuronas fueron
reemplazadas por hormonas, no puedes ser tan animal, aunque no tengo moral para
opinar, porque por culpa de Camila, ahora formo parte de esta fauna. En otras
palabras, estas mierdas del siglo XXI no me sirven, si quiero algo serio, serio
será.
Estuve haciendo cosas muy concientemente,
cosas que haría alguien que quiere estar con alguien y querer conquistarla, la
belleza de Camila se irradiaba por todo lugar en el que ella pasaba, y por lo
que ella me contaba tenía muchos pretendientes, no era muy difícil que ella
terminara gustándome, y menos aún con la disposición que tenía para esto.
Durante todo el mes de enero, hice todo lo
posible para poder verla, y siempre con algún detalle especial, comencé
regalándole flores, la llevé a cines, a comer, cosas que nunca habíamos hecho
antes, incluso la convencí de llevarla al teatro. Ya para fines de ese mes le
estaba dando cartas salidas de mi corazón, y uno que otro poema improvisado,
poco a poco comencé a tener un lindo sentimiento por ella, a pesar de que era
muy ingenua e inocente cómo para tener dieciocho, pero eso no me importaba,
incluso llegaba a gustarme, en algún lugar intangible de mi corazón, empezaban
a construirse los primero sentimientos que jamás antes había sentido por alguien,
quizá era algo prematuro para un quinceañero, sin embargo me resultaba tan pero
tan fácil desencadenar mis pensamientos con las personas, que decidí esperar
hasta el catorce de febrero para deshacerme de aquello que me mantenía
sentimentalmente distante con ella: debía destruir eso que llamábamos “andar”
para convertirlo en “una relación” o “pololeo”.
El viernes trece de febrero del año 2009, ya
que ella no se conectó para chatear, decidí llamarla para crear un panorama
para el día siguiente.
-Hola Paulo- me saluda a través del
auricular, estaba tan concentrado en que ella me gustara para hacerla feliz,
que no recuerdo desde cuando me empezó a llamar por mi nombre, ni siquiera
sabía si era algo bueno o no.
-Hola querida- le respondo haciendo que mi
alegría atraviese la señal telefónica.
-¿Mañana nos vamos a ver?- me pregunta.
-Claro que si- le digo- recuerda que mañana
es San Valentín, lo pasaremos muy bien
-Nos vemos mañana en la Plaza de Armas, a las una de
la tarde como habíamos acordado.
-Quisiera hablar algo contigo- le digo
tímidamente.
-Yo también tengo que conversar contigo- me
responde.
-Un beso, hasta mañana.
-Adiós- me dice antes de colgar el teléfono.
Mañana era el día, y justo un catorce de
febrero, ideal para confesarle que aprendí a conocerla y a quererla, quería por
primera vez en mi vida, acercarme a una mujer y poder decirle “Me gustas”
Salí mejor vestido que nunca, eran las doce
y diez de la tarde y ya no podía esperar más. Llegué a la Plaza de Armas a las doce y
media y me puse a esperarla no sin antes comprarle una rosa, ahí estaba yo en
ese ambiente romántico y poco familiar que inundaba toda la plaza, toda la
cuidad, y a todo el mundo.
Llego finalmente Camila, no quise ver la
hora, a pesar de que sabía que estaba atrasada no le dije nada porque me sentía
cómodo observando mi entorno.
-Perdóname por llegar tarde- me dice
intentando parecer preocupada.
-No te preocupes, linda- le sonrío y me
acerco para saludarla de un beso en la mejilla.
Mientras la saludaba, hacia memoria de la
última vez que nos besamos, no soy bueno recordando fechas, pero creo que fue
antes de que terminara enero, nunca busque muchos besos, a pesar de que me
empezaba a sentir cosas por ella, creo que aún la conciencia me molestaba cada
vez que me ponía a pensar que “anduve” con ella sin siquiera llegarme a gustar.
Nos sentamos a hablar de cosas triviales, en
una banca ubicada casi al centro de la plaza, apenas pasó un par de horas antes
de que ella interrumpiera el ambiente.
-Necesito decirte algo- me dice mirándome a
los ojos.
-Yo también- le digo casi interrumpiéndola.
-¿Qué cosa?- me pregunta.
Ante cualquier otra situación probablemente
le habría dicho que ella hablara primero, pero estaba muy ansioso en
manifestarle lo que sentía por ella.
-Lo que te voy a decir, nunca antes lo había
dicho antes- le advertí sin esperar una respuesta- llevamos desde inicios de
diciembre andando- resalto la palabra “andando”- pero realmente esto a mi no me
gusta…
-A mi tampoco me gusta- me interrumpe- era
de eso de lo que te quería hablar- me dice mientras observa la rosa que le
había regalado.
-¿En que sentido?- el tono de su voz me hizo
sospechar lo peor.
-Mira, Paulo, nos llevamos muy bien,
sobretodo en estos últimos meses en los que nos hemos acercado mas el uno al
otro, al principio te noté algo frío, pero empecé a ver con el tiempo que te
interesaste en mi, logré conocerte mucho, demasiado, eres alguien muy especial,
enserio- hablaba inspiradamente.
-¿Pero?- le pregunto.
-Siento que lo nuestro no va a funcionar, sé
que todo fue idea mía el de que salgamos, desde que te vi por primera vez a la
salida del liceo, algo en ti me llamó la atención, te hablé, me escuchaste,
luego empezamos a conocernos, de verdad fue algo muy lindo, pero ya siento que
no será lo mismo, a pesar de que te esforzaste, siento que lo lograste, pero yo
ya no puedo, de verdad perdóname.
Eso explicaba todo, aunque sus argumentos
eran casi inexistentes, hubo un cambio. “el” cambio, había una parte en mi que
pensaba en que eso podría pasar pero que pedía a gritos que estuviera
equivocada, yo sin alternativa me levante de mi banco, le dí un beso en la
mejilla y le susurre “Feliz San Valentín” para tomar el camino de vuelta a casa
y obsequiarle una mirada de “no te atrevas a seguirme”.
De camino a casa, mas molesto que
confundido, me puse a pensar en lo idiota que fui, nunca debí haber tenido la
disposición que tuve, nunca debí haberla querido tanto, me alegro de no haberle
dicho que me gustaba, que logró llegar a mi corazón, me habría sentido
humillado y probablemente me habría enrabiado mas.
Una vez dentro de mi casa y luego de
responder al espontáneo “¿Qué haces acá tan temprano?” de mi madre, me encerré
en mi pieza y me senté a escribir, fue terrible ver que mi rabia había
ahuyentado toda mi inspiración.
-¿Estás dolido?- me logro conectar conmigo
mismo, atrapado en la cólera en la que sólo un monologo podría calmarme.
-¿Me creerías si te digo que no?- me
respondo con un interrogatorio
-Te creo, porque lo logro sentir- me
consuelo- si embargo –prosigo- ¿Te das cuenta de lo cerca que estuviste?
-¿De qué?
-De sufrir por amor- me confronto.
-Si- me respondo luego de un largo silencio-
me di cuenta de lo débil que puedo llegar a ser.
-¿Qué vas a hacer?- me pregunto a pesar de
saber la respuesta.
-No puedo permitirme volver a cometer el
mismo error, no podría soportar el hecho de estar con alguien sólo para que
está no se sienta mal, después de todo eso no me garantiza nada… de nada- me
digo.
-Fue gran parte tu culpa, por ser tan
blando, me alegra que no estés llorando.
-Yo también estoy aliviado- la conversación
se volvía confusa- casi me enamoro de una mina tan dañina y egoísta.
-Todos hacemos daño, y somos egoístas,
Paulo- me sentía lunático hablando conmigo mismo- pero creo que ella, ella sólo
fue inmadura.
A pesar de todo, no podía escribir, tenia
muchas ideas en la mente y ninguna lo suficientemente clara, mi lápiz pasta
sólo seducía inútilmente al papel que tenia bajo este, si bien podía escribir
usando algún programa de mi PC era mas cálido tener el pulso de le las palabras,
poder tocarlas, moldearlas, así, como dios manda, en ese momento, las preguntas
fluían cómo la orina de un perro que marca su territorio: ¿Qué iría a hacer al
ver de nuevo a Camila?, ¿Por qué no fui capaz de llorar?, ¿Acaso no la quise de
verdad?, ¿Qué error cometí?, las preguntas no terminaban, llegando incluso a
cuestionar mi sexualidad,.
Pero tanto yo, cómo mi corazón, cómo mi
conciencia y mente, ya estaban decididos sobre que hacer:
-Voy a- lo digo con mi conciencia al
unísono- bloquear mi corazón, mis sentimientos, les llegó la hora de tomar una
siesta que, por mi, espero que no vuelvan a despertar- me levanto de mi silla y
me lleno de coraje.
-Ahora- digo en voz alta ignorando si hay
gente cerca- ¡a escribir!
Lo que en un principio parecía ser un poema
quedó finalmente como un compromiso:
Cáscara
Apresado en mis emociones
No
hace falta la luz del sol, detén tus demostraciones
Enciérrate
en la fruta de la indiferencia
Cuya
cáscara sea una corteza irrompible
Censura
tus sentimientos
No
te enojes si te miento
A
partir de ahora, acepto el trato de la libertad
Por
lo menos hasta que aparezcas
Sin
embargo no te voy a buscar
Gracias
por tus buenas intenciones
No recuerdo exactamente, con que palabras le
conté ésta historia a la mujer con la cual soñé, pero quedó conforme, ya que me
escuchaba con atención.
-Gracias por contarme eso- me dice- muy
linda e interesante vivencia.
-De nada, yo… esto es algo que casi nadie
sabe- le digo como si me importara- después de todo esto es un sueño.
-De alguna forma, me identifica- me dice
cuando espontáneamente me toma la mano.
-Es algo que me ha costado sobrellevar,
nunca pensé que terminaría en un curso de puras minas, solo por eso no tengo la
paradita de casanovas.
-Es bueno eso, es cómo un acto de fidelidad,
hacia alguien que algún día conocerás- me aconseja.
-No ando interesado en eso, por ahora- le
aclaro.
-Bueno, creo que es hora de despertar.
-¡Espera!- la encaro- aun debo hacerte una
pregunta.
-Adelante- me invita.
-¿Cómo te llamas?- la miro a los ojos.
Wonka…Wonka, eran las palabras que confundía
con la respuesta de esta mujer, no me di cuenta en el momento que empecé a
distinguir la voz de Valentina, advirtiéndome que la profesora estaba entrando
a la sala y que tenía que despertar.
-¡Puta Vale!- le exclamo enojado- tenía un
lindo sueño.
-Agradece que la Wonka no te vio durmiendo,
tú sabes que te tiene mala.
-Si- le digo riéndome- la profe me tiene
ganas.
-Que eres huevón- se larga a reír- A todo
esto –interrumpe las risas para hacerme una pregunta- ¿Qué soñaste?
-Volví a soñar con ella.
-¡¿Ah?!- Paulito, estás enfermo- me dice con
ironía.
-Lo raro es que, pude tener un diálogo con
ella, estuvimos hablando, haciéndonos preguntas, le conté acerca de mis
sentimientos -le explicaba- fue uno de los mejores sueños que he tenido.
-Te lo voy a repetir mil veces huevón –dice-
estás completamente loco –se ríe.
-Eres tan tierna maraca –le digo con una
mirada seria, pero amigable- es por eso que te quiero tanto –le sonrío.
-¡Cuidadito con tus palabras estúpido! –me
llama la atención.
-Como digas, perra de mierda –me largo a
reír en su cara.
-¡Ahora si que te mato! –se me tira encima
jugueteando e intentando golpearme y yo evitando sus cachetadas y defendiéndome
con infantiles cosquillas (y recibiendo un buen par de golpes).
Fue una lástima en medio del duelo observar
a la Wonka
desde lejos mirándonos con cara de “no hay caso”, no nos dio importancia hasta
que la vimos sacar su lápiz y buscar nuestros nombres en el libro, con la mala
intención de anotarnos. De nada servía llevarle la contra a la Wonka , era como intentar
remar cuesta arriba en un barco de madera sobre una avalancha de nieve.
Cómo nuestra diversión infantil quedó
destruida, yo me recosté en el banco y Valentina empezó a escuchar música
mirando hacia la ventana, el tiempo pasó bastante rápido, cuando tocaron el
timbre para salir al recreo, una vez afuera, nos sentamos en una banca del
patio del liceo, comiéndonos un Super 8 mientras transcurrían los minutos para
volver a entrar a la sala. Valentina me da una opinión que creo que me la había
dicho anteriormente.
-Creo que –me dice lentamente- deberías
buscar a esa mujer –se empieza a devorar el chocolate.
-¡Pero Vale! –digo observando mi Super 8 sin
comerlo aún- no quiero tener que forzar las cosas, ni siquiera sé si esa mina
existe po’.
-¡Ay! –exclama- ¡que pavo eres!, si ella
misma te dijo que existía. –ya llevaba la mitad del Super 8.
-Vale –la miro desilusionado- sólo fue un
puto sueño –empiezo a comerme el mío.
-…Que podría hacerse realidad –me dice.
Tanto el Super 8 mío como el de Valentina
habían dejado de existir, cosa que no fue vital para darme cuenta que últimas
vivencias, las palabras de mi amiga, los sueños, aquella razón por la cual
nunca vi a ninguna de mis compañeras con un interés de hombre a mujer, a pesar
de haber tenido la oportunidad, si bien Camila no he hizo daño, estuvo a punto
de lograrlo, pero le debo agradecer ya que ella me abrió los ojos.
-Y lo de Camila –continua hablando
Valentina, cómo leyéndome la mente. Aunque vale fue una de las primeras y pocas
personas quienes saben eso mío- pues olvídalo, la gente es diferente, y suele
cambiar, tu ya llevas un año en un curso de puras mujeres –reflexiona- creo que
ya lograste conocernos, soportarnos, y hasta querernos, puedes tomarlo como una
lección muy linda, y de seguro te encontrarás con la chica de tus sueños, solo
tienes que buscarla.
-Pero Valentina –le digo mientras busco en
el bolsillo un papel que ya tenía casi un año de antigüedad- ¿recuerdas esto?
–le pregunto mostrándole el papel.
-Cáscara –lee el título del escrito- ya me
lo habías mostrado.
-Ese –señalo- es mi compromiso.
-Sólo es un escrito, de la misma forma que
sólo son sueños, después de todo, no serían tan importantes de haberlos
olvidado o simplemente soñado y ya.
-No te entiendo –le digo atrapado en la
duda.
-Tu ya empezaste a vivir tu sueño, y de nada
te sirve cuestionarte las cosas, debes ir a buscarla po’ Paulo.
-Creo que tienes razón, de alguna forma
siento que debo hacerlo. ¡Ella aparecerá! –en poquísimas palabras, pero muy buenos
argumentos, Valentina estaba logrando hacerme darme cuenta de que quizá ya
logre lidiar con todo esto.
Guardé el papel que contenía mi escrito, en
ese momento paso de ser un compromiso, a ser nada mas que un recuerdo, todo lo
el resto del día me lo pasé escuchando música compartiendo los audífonos del
MP4 de Valentina, al cabo de un montón de música aleatoria, le pedí por favor
que repitiera una canción en especial, creo que la letra, a pesar de estar en
inglés, era muy entendible, y me llamó la atención, logre entonces divisar el
título en la borrosa pantalla del reproductor de Vale, el en el cual Digital
Love de Daft Punk
-Oh, I
Don’t know what to do –cantaba a todo volumen en la sala luego de que Vale
la repitiera unas diez veces, no se opuso a hacerlo ya que esa canción le
gustaba mucho al parecer, no dudó en acompañarme a cantar.
-About
this dream and you –Responde Valentina cantando mucho mas afinada que yo.
-I wish these dream come true -esta vez ambos, y al unisono.
-Oh, I Don’t know what to do –volvía a
repetir desafinadamente.
-About
this dream and you –Vale no se quedaba atrás
-¡Ustedes dos! –la voz de la Wonka rompía nuestro trance
musical- ¡me hartaron, a inspectoría!
Fue un día horrendo, con dos anotaciones al
libro (la primera por pelear y la ultima por cantar en clases) y una visita a
la inspectoría. Ahí estaba yo con Valentina, sentados uno al lado de otro, yo
contenía la risa por la vergüenza vivida, mientras esperábamos a la inspectora,
intenté revivir la armonía musical que habíamos creado en la sala.
-We'll make these dreams come true –le intento cantar, esta vez sin
audífonos ni música ya que la
Wonka le había quitado el MP4 a Valentina.
-Quédate callado, la re concha de tu
madre –me dice sin darse cuenta de que la inspectora justo había llegado.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario